lunes, 6 de julio de 2009

POBRE DE MÍ



Decía Ernest Hemingway, que el día 6 de Junio, a las doce del mediodía, el mundo entero se ponía un pañuelo rojo al cuello. Una exageración. Pero lo que sí es cierto es que estas fiestas que se celebran actualmente del 6 al 14 de julio ( desde que en 1591 se decidiera, debido al mal tiempo, trasladar la fecha original, que era en Octubre, a Julio) son uno de los festivales más celebrados y reconocidos por todos los viajeros que gustan de gozar de una buena fiesta.
Acostumbrados como estamos la mayoría a ver el evento en la televisión, cuando miles de personas corren huyendo de furiosos toros, quizá nos perdemos todo el entorno histórico y ritual de este evento. Por ejemplo ¿quien era San Fermín? Pues fue hijo de un jefazo romano de Pamplona, que un cura francés convirtió al cristianismo, que si Dios por aquí, que si Cristo por allá se convirtió tanto que se fue a Toulouse (Francia) a hacer el máster de obispo y volvió para liberar al pueblo trabajador de sus supersticiones. Pero tuvo bronca con las autoridades y acabó torturado y degollado. Su cuerpo está en Amiens, aunque tiene muchos trozos repartidos por ahí como reliquias (en Pamplona hay tres).La verdad es que con este currículum es una ironía que le den tu nombre a una bacanal famosa, pero no todo son juergas que también se le hace una procesión al santo el día de su onomástica.
Con el txupinazo, en la Plaza del Ayuntamiento empieza el caos .Poco antes de las doce, alcalde o alcaldesa y concejales salen al balcón. Abajo, en la plaza, miles de personas llevan horas esperando el momento; el ansia colectiva va subiendo grados a medida que se acercan la hora. Se descorchan cientos de botellas de champán, repartiéndolo a partes iguales entre el estómago y la ropa del personal. Calor infernal. No cabe un alfiler.
Cuando el/la encargado/da del disparo se acerca al cohete, hay un rugido general del populacho: cantos, gritos, silbidos, palabrotas y, también, quejidos de algún que otro pisoteado. Y entonces hay una especie de ataque de locura colectiva, y toda la ciudad da un vuelco: empieza el desmadre general y una borrachera colectiva matutina digna de verse.Se funden por miles en un espeso y activo magma de pañuelos rojos que se desborda, se mueve y grita. Es un gran comienzo.
Pero sin duda el encierro es el acto que más se conoce de los Sanfermines, y el motivo por el que muchos van a las fiestas. En principio se trataba sólo de llevar cada día hasta la plaza a los seis toros de la corrida de la tarde desde sus corrales, situados en la otra punta de la ciudad, hasta la plaza, y claro, como no había camiones pues los llevaban por las calles. Luego la gente se fue animando a correr delante de los toros, por aquello de la emoción y el riesgo. Poco antes del comienzo del encierro los mozos se encomiendan a la imagen del patrón, adornada con los pañuelos de las peñas y cantan tres veces "A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición".
Entonces es cuando empieza de verdad el encierro: los toros corren que se las pelan, es imposible ganarles ,la cosa consiste pues en empezar a correr a toda leche, antes de que lleguen, aguantar delante de ellos más o menos cerca según tus ganas de jugarte la piel.
Tras nueve agotadoras jornadas, llega la despedida, miles de gargantas rotas y de cuerpos agotados por el cansancio se darán cita con la tradicional vela que iluminará la tristeza en el semblante. De los labios saldrá el "Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabau las fiestas de San Fermín".
El recuerdo de los momentos vividos durante las 204 intensas horas de diversión será el mejor aliciente para animar un espíritu que, en muchos casos, necesita imperiosamente una urgente cura de sueño.
¡Pamploneses,Viva San Fermín,Gora San Fermín!

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